Marruecos con Sáhara Motor. Día 6

Se acabó la tregua; se acabó el descanso. Los viajes con Sáhara Motor son duros… son para montar en moto sin concesiones. Para llegar donde otros no llegan; para disfrutar al 100%. Después de 5 días de moto que han exigido mucho de nosotros como moteros, Guille nos sorprendió con un rutómetro de 505 kilómetros. De nuevo tendríamos que levantarnos a las 05.30 -hora española- para salir a las 06.30h junto con el sol.  Pero esta vez, tanto nuestras motos como nosotros, llevamos un importante desgaste encima.

¡Qué coño! A la hora prevista estábamos tomando la salida sin protestar, con nuestro camelbag lleno y nuestras dos barritas energéticas. Así somo los moteros.

Aceptamos que no perderemos tiempo ni para fotografías, ni para descansos no necesarios. Estamos cansados y algo doloridos, pero 500 kms de pista son muchos y no queremos hacerlos de noche. Largas y rápidas pistas con el horizonte como línea de fondo son nuestro horizonte durante horas. Es el terreno perfecto para mi moto: es el extenso Reckam.

A nuestro alrededor se suceden los problemas: los utv pinchan, las atv se rompen, unos y otros grupos van teniendo problemas que el coche de asistencia va resolviendo cada vez. Guillermo no para, y encima los surtidores se quedan sin gasolina. Lo que nos obliga a pasar combustible de los depósitos grandes a los pequeños y rellenar los nuestros desde los jerrycans que lleva el Toyota de Sáhara Motor.

Después de comer, alrededor de nuestro habitual picnic, continuamos ruta. Nuestras máquinas van bien y nosotros estamos en forma… pero esta vez le toca a la mía. Tras pasar un oued seco, se me sale la cadena y del latigazo se rompe el cárter. Paro inmediatamente… la moto ya está perdiendo aceite. No pasa nada, Guille se ocupa de ella y en menos de 15 minutos me la deja lista para seguir rodando hacia la meta.

En marcha. ¡¡GAAAASSSSS!! Seguimos y llegamos a Oujda justo al caer el sol. Misión cumplida. Pero antes, un problema más. El cable del embrague dice «basta», así que tengo que terminar los últimos 10 kms y atravesar la ciudad sin él. Teniendo en cuenta el cansancio, lo arreglaríamos la mañana siguiente.

¡¡Una etapa magnífica, unos compañeros de órdago y una organización de la leche!!