Sierra Norte de Guadalajara

El 2014 ha sido un año fantástico de rutas y excursiones. «Africana» me ha dado continuas satisfacciones, y me ha renovado el espíritu motero con esa curiosa mezcla de pasión -por lo retro- y de sensación de aventura -por las posibilidades trail-.

He descubierto pequeñas carreteras, pistas de montaña y de llano, pueblos abandonados, ermitas y gente entrañable en los pequeños bares que siempre estaban dispuestos a darme un café caliente cunado llegaba frío por la mañana; o mojado tras una jornada de mal tiempo.

Por eso, se me ocurrió que una buena forma de cerrar el año era marcar un rutómetro que enlazara algunos de los mejores tramos que he recorrido a través de salidas diferentes.

Este es el resultado: un magnífica ruta que es mejor hacer a lo largo de un día entero, y que en mi caso se vió aliñada con precioso día soleado y la resaca de días de nevada.

ITINERARIO

Pozuelo de Alarcón – M40 – Ctra de Colmenar Viejo – Colmenar Viejo – San Agustín de Guadalix -El Molar – El Vellón – Torrelaguna – Patones – Toruero – Valdesotos – Embalse del Vado – Colmenar de la Sierra – Campillo de Ranas – Majaelrayo – Cantalojas – Madriguera – Riaza – A1 – Pozuelo

La ruta es trail, por lo que va enlazando tramos de comarcales y pistas forestales. Los pueblos son puntos de referencia, y hace falta buscar los caminos concretos.

TOTAL

350 kms (aprox), con el promedio muy bajo.

CRONICA

imageLos días anteriores estuvieron presididos por el mal tiempo, por lo que realmente no estaba seguro de poder salir esa mañana. Sin embargo, al asomarme a la ventana vi que el día me estaba retando con un amanecer precioso y soleado; así que no me podía negar.

La salida por la M40 es siempre aburrida y rutinaria. La carretera de Colmenar, la veo como esa pista de despegue hacia emociones y paisajes. Siempre que paso por Torrelaguna me detengo a tomarme un café y retomar temperatura en el Bar Antigua Casa Patata.

De nuevo «operativo», comencé a recorrer la falda Sur de la Sierra de Madrid, dejando el conocido Patones de Arriba a mano izquierda.

Al poco, la carretera se estrecha (aunque ya es pequña de por sí). La presa de el Pontón de la Oliva nos da la bienvenida, como una premonición de que los siguientes kilómetros estarán llenos de sorpresas paisajísticas.

Carretera, pista, carretera… poco a poco nos vamos dirigiendo hacia el Norte.

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Conforme ascendemos, las casetas del Canal de Isabel II y los conductos de agua presiden los cambios de nivel.

La zona deValdesotos a la presa de el Vado es mucho más agreste. No es difícil ver rapaces sobrevolando las cumbres, o algún corzo atravesando el camino. Es un tramo para disfrutarlo.

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El Vado merece una parada y, desde luego, unas fotos. Me gusta bajar de la moto siempre que paso por allí, caminar un poco y quedarme ensimismado mirando el agua del pantano. Transmite una agradable sensación de tranquilidad.

Es necesario este descanso, porque a partir de aquí comienza una pista de bastantes kilómetros que nos permite recorrer la Sierra Norte desde el interior a través de sus bosques y sus praderas. Hay que desatacar la aldea de La Vereda, un pequeño pueblecito reconstruido al más puro estilo arquitectónico de la zona (arquitectura negra) que sólamente es accesible por esta pista forestal; y que por eso se queda a salvo de la agresividad del turismo dominguero.

Subidas, bajadas, curvas cerradas y unas cuantas piedras nos hacen recordar que conducir una moto de más de 200 kg por campo no es cosa fácil; y, desde luego, no podemos relajarnos en la conducción.

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De nuevo en la carretera, giramos hacia la derecha por una carretera bien asfaltada (aunque comarcal) que a través de un puerto de montaña nos lleva hasta Corralejo. Un pequeño pueblecito de la Sierra en el que hay que prestar atención, porque debemos tomar una pequeñísima pista asfaltada (con señales de peligro por caída de piedras) que los moteros llamamos la «muralla china» y que termina en Campillo de Ranas.

Si intentara ponerle una pega a todo el trayecto hasta aquí, lo único que se me ocurriría es que los pueblos son tan pequeños y carentes de servicios, que no hay un bar en el que poder tomar un apertivo.

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Después de tanta curva, la llegada a Majaelrayo es una bocanada de aire fresco. En su plaza principal es imprescindible recuperar fuerzas echando una tapa de chorizo y jamón y una buena cervecita. El mesón del Jabalí es el lugar perfecto para descansar un poco, entre paisanos y motoristas; porque no es dificil ver aquí compañeros de afición.

De nuevo seguía por pista. No me resultó fácil encontrar la entrada del  camino que atraviesa la Reserva del Sonsaz (pista legal) y que termina en Cantalojas; donde está el acceso a la también Reserva del Hayedo de Tejera Negra. Pero más difícil todavía me resultó recorrerla en un día que, aunque hacía sol, guardaba la nieve de los días anteriores. Hacia medio camino, las zonas sombrías estaban cubiertas de nieve y; en el peor de los casos, de nieve helada. Aunque, la verdad, estaba disfrutando con una moto que me transmite siempre sensaciones de seguridad; quizá por derivar de una moto de campo directamente. Así era el trail en los 90.

Esta zona de Guadalajara está llena de praderas y riachuelos, que en este día estaban congelados.

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Esta pista, conocida por muchos como la «pista blanca» por el color con el que termina la moto, termina en un pueblecito al otro lado de la Sierra que se llama Cantalojas. Antiguamente estaba casi deshabitado, pero hoy en día se ha repoblado de moradores de fin de semana. Incluso hay un hotel, con jacuzzi en una de las habitaciones, que debe considerarse como una opción muy válida para «perderse» con la pareja un fin de semana; y de paso caminar por la Reserva del Hayedo de Tejera Negra. Pero no nos olvidemos de que es uno de los pueblos más fríos de España.

Todavía quedaba enlazar esta zona con la de Riaza atravesando una zona montañosa… pensé enseguida en un viejo camino que conocía desde que antaño hacía 4×4 por allí Sólo era cuestión de no fallar en las referencias y encontrarlo. Recordaba que terminaba en Madriguera; el estandarte de los pueblos rojos. La cosa no fue fácil porque el frío azotaba bien y el suelo estaba helado en todas las zonas sombrías. De hecho, en más de una ocasión me repetía dentro del casco: «qué coño hago yo aquí solo el 30 de diciembre».

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Poco quedaba ya para llegar a Riaza. La pequeña carretera que conduce desde Madriguera hasta la villa medieval deja a la izquierda un hotel/restaurante escondido al fondo de una pista que se llama El Molino de la Ferrería. Es otro sitio perfecto para desconectar del mundanal ruido.

Al llegar al final de la ruta sólo quedaba descansar un poco y entrar en calor. Y, por supuesto, echar las últimas fotos.

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